GERALDINE DOYLE
Imagen de la mujer americana en tiempos de guerra
En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, Geraldine Doyle (1927) era una mujer anónima que trabajaba como obrera en una fábrica de acero de Michigan. Sin embargo, algo especial debió ver en ella el artista J. Howard Miller para convertirla en icono; el de la mujer estadounidense que debía levantar el país mientras su marido luchaba contra la amenaza nazi.
Unida al lema We can do it! (¡Podemos hacerlo!), la figura fue bautizada como ‘Rosie la Remachadora’, que era el nombre de pila de la joven a la que se le hizo un extenso reportaje fotográfico poco antes. La caricatura de Geraldine Doyle fue ya una constante en lo que quedaba de guerra y más tarde hizo también aparición para reivindicar la emancipación femenina. Dejando a un lado la ideología que abanderase, la mirada de Rosie, o Geraldine, transmite a cualquiera que la vea seguridad, algo que recalca con su gesto desafiante.
Sin embargo, la ficción en este caso superó a la realidad. Geraldine Doyle sólo trabajó en esa fábrica dos semanas y dejó el empleo cuando se enteró de que a la mujer a la que sustituía le había aplastado la mano una máquina. Ella, como violonchelista, no podía permitirse una lesión así, por lo que trabajó posteriormente como librera y gerente de la consulta de su marido, con el que tuvo seis hijos.
Llevó una vida normal, sin conocer hasta los años ochenta que ella misma era la imagen que había servido de modelo a millones de norteamericanas. “Sólo me hubiera gustado saber que era yo unos cuántos años antes", solía declarar cuando se le preguntaba por el tema antes de fallecer.
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